Animales en una explotación porcina, en una imagen remitida por Joves Agricultors i Ramaders de Catalunya (JARC). El debate sobre las macrogranjas llega en un contexto difícil para los ganaderos catalanes. Afrontan un alza de costes, el cierre del mercado chino y la adaptación a una nueva normativa ambiental.

El sector porcino se ha situado en las últimas semanas en el ojo del huracán, tras unas declaraciones al diario británico The Guardian del ministro de Consumo, Alberto Garzón, en las que cuestionaba las macrogranjas.

Más allá de la pugna partidista y de la irritación que generaron las palabras del también secretario general de IU entre los ganaderos, el sector arranca 2022 con pesimismo a raíz de un cúmulo de factores: la subida de los costes, especialmente del pienso; la caída en los precios finales; el cierre de fronteras comerciales por parte de China tras los brotes de peste porcina africana (PPA) en Alemania e Italia, y los nuevos requisitos medioambientales que a partir de 2023 deberán cumplir todas las granjas.

La situación actual es muy diferente a la de junio de 2021, cuando en Mercolleida -lonja de referencia en España-, el precio de venta neto del cerdo alcanzó su “récord histórico” (1,53 euros por kilo), en palabras de Jaume Bernis, responsable del sector porcino de Joves Agricultors i Ramaders (Jarc).

Entonces, los ganaderos obtenían un margen de tres céntimos por kilo. Desde septiembre, las cifras son negativas. Han ido empeorando mes a mes y en diciembre se situaron en 30 céntimos por kilo. “Otras veces los precios han sido inferiores a los actuales, pero los costes de producción se han disparado”, advierte Rossend Saltiveri, que está al frente del sector porcino en Unió de Pagesos.

Gracias a los buenos datos del primer semestre, 2021 se cerrará en positivo, pero de cara a este año los pronósticos son adversos. “Sería necesario un incremento a corto plazo del precio de la carne, algo que no se prevé”, expone Bernis. Solo así se compensarían las subidas de la electricidad, el gasóleo, los plásticos, el agua y los fertilizantes y especialmente del pienso, que representa el 70% del gasto y que en un año ha subido un 25%.

Medio ambiente

Al alza de los costes de producción, hay que añadir los gastos derivados de la adaptación a la nueva normativa nacional, más restrictiva en términos medioambientales. “La anterior regulación se aprobó en el año 2000 y tuvimos una década para adaptarnos: la de ahora se convalidó en 2020 y en tres años la debemos cumplir”, expone Saltiveri. Este texto introduce cambios en la gestión de los purines. Precisamente, en verano, el Govern prorrogó hasta 2024 la moratoria que impide desde 2018 la apertura y la ampliación de granjas en 68 municipios por la contaminación por nitratos del agua producida por los excrementos. Los índices no se han reducido a pesar de las restricciones y de ahí la necesidad de mantenerlas, asegura la Generalitat.

Liderazgo catalán

Catalunya es la comunidad autónoma donde se produce más carne –el 40% del total– y es la segunda con más cerdos censados tras Aragón.

Font: Expansión