Los productores de carne sintética siguen mejorando la receta. Este solomillo tiene el aspecto, el sabor y la textura del tradicional, pero no ha hecho falta matar a ningún animal para conseguirlo
La carne de cultivo ya ha conseguido el visto bueno de las agencias reguladoras de varios países. EEUU no solo la ha aprobado para el consumo humano, sino que será la sede de la mayor planta de carne sintética del mundo, con capacidad para producir más de 10 millones de kilos al año. Mientras los legisladores continúan trabajando en la regulación de este tipo de alimentos, hay un puñado de compañías que están desarrollando piezas de carne con unas características similares a la que podemos comprar en el supermercado, pero sin los problemas éticos y medioambientales que acarrea la producción tradicional. La última llega de la mano de Mirai Foods, una empresa suiza que asegura haber producido el primer solomillo de carne de laboratorio de la historia.
La clave para conseguirlo, dice la compañía, ha sido un nuevo biorreactor que han denominado The Rocket (el cohete). Según Mirai, tras cinco días en el biorreactor, las células madre extraídas de la vaca se transforman en fibras musculares largas y maduras que se combinan con tejido adiposo para crear una pieza entera de solomillo con un aspecto, sabor y textura similar al original.
“Ya se pueden producir otros tipos de carne en el laboratorio”, afirma en un comunicado Christoph Mayr, director general y cofundador de Mirai Foods. “Un filete es el reto definitivo: se compone de distintos tipos de células que, si se combinan correctamente, dan lugar a una compleja estructura cárnica”.
Cómo funciona
Según explica la compañía, primero extrae una pequeña muestra de células de una vaca, ya sea a través de una biopsia o de un trozo de carne fresca. Luego aíslan de la muestra unas células madre adiposas llamadas preadipocitos, así como células madre musculares. Esas células se pasan al biorreactor donde se reproducen las condiciones óptimas para su reproducción y que, además, cuenta con los nutrientes necesarios para alimentarlas y mantenerlas vivas.
Una vez se ha conseguido una cantidad de células suficiente, se cosechan y se activa el proceso de diferenciación. Las células madre adiposas y musculares se han mantenido separadas durante todo el proceso y ahora se les introduce en un andamiaje similar al que ofrece el tejido intercelular del animal. Esto permite a las células madre especializarse y transformarse en células musculares o adiposas maduras.
Finalmente, la grasa y las células musculares se combinan. De este proceso normalmente se obtiene algo similar a la carne picada. Sin embargo, gracias a The Rocket, Mirai asegura que puede conseguir una pieza entera de solomillo que luego puede cortarse en filetes.
“Hemos solicitado tres patentes internacionales para esta tecnología clave”, afirma Suman Das, CSO y cofundador de Mirai Foods. “Podemos ofrecer una alternativa real a la carne convencional: con nuestra tecnología, se puede preparar y comer un filete de verdad y saber que ningún animal ha tenido que morir para ello y que el clima no se ve perjudicado. La alimentación es una gran palanca que ayuda a una mayor protección del clima y el bienestar animal: se espera que la demanda de carne se duplique para 2050, los métodos convencionales de producción de carne no pueden satisfacer esta demanda en absoluto y desde luego no de forma sostenible”.
El mercado de la carne de laboratorio
Israel es el segundo país, por detrás de Estados Unidos, que más empresas tiene dedicadas a la creación de proteínas sintéticas y ha recibido una lluvia de casi 2.000 millones de dólares de inversores desde 2020.
La empresa israelí Aleph Farms, presentó hace ya tiempo el primer chuletón hecho con una impresora 3D, una evolución significativa de la carne picada de laboratorio que se había visto hasta el momento.
Estados Unidos, y en concreto California, es otro lugar donde se está invirtiendo mucho dinero en este tipo de tecnología. Tres compañías: Finless Foods, BlueNalu o Upside Foods, están compitiendo por llevarse un trozo del mercado de la carne de cultivo y están produciendo tanto pollo, cordero y ternera como crustáceos o moluscos.
Mientras que, en Europa, un puñado de startups como Mirai Foods siguen avanzando en la tecnología a la espera que la EFSA, la agencia europea de seguridad alimentaria y del medicamento, decida cómo regular este mercado.
Aun así, hay voces que no son tan optimistas. Los investigadores franceses Sghaier Chriki y Jean-François Hocquette publicaron una investigación titulada El mito de la carne cultivada en la que ponen en duda si la industria será capaz de conseguir de manera artificial compuestos que se producen en los animales de manera natural como hormonas y factores de crecimiento.
Como decíamos antes, que este tipo de carne llegue a nuestras mesas en masa depende de las agencias reguladoras. Por ahora, países como Singapur y EEUU ya se han subido al carro y todo apunta a que Europa lo hará pronto.
Font: EL confidencial