El objetivo es favorecer la sanidad y la sostenibilidad del sector en un entorno muy cambiante.

or porcino ha iniciado una fuerte transformación en los últimos años. El objetivo principal es implementar nuevas estrategias de alimentación y gestión que favorezcan la sanidad y la sostenibilidad del sector en un entorno muy cambiante; existe una creciente necesidad de producir cada vez mejor, pero utilizando menos recursos, como agua y materias primas, y  empleando subproductos derivados de otras industrias o de la propia producción porcina. Las nuevas estrategias van encaminadas a establecer prácticas de economía circular y a  minimizar riesgos para la salud pública al reducir resistencias frente a los antimicrobianos y contaminación medioambiental. Así, además, se busca dar soluciones a problemas que la  sociedad aprecia como potenciales amenazas a medio y largo plazo. El uso de subproductos agrícolas y fuentes proteicas novedosas en alimentación animal, como es el caso de los  insectos, es un claro ejemplo de alternativas a las formulaciones convencionales.

El sector porcino español ha desarrollado una intensa actividad para aumentar su eficiencia y sostenibilidad sanitaria, económica y medioambiental. Todo ello, a partir principalmente del  uso de fuentes nutricionales alternativas, reutilización de subproductos y reducción del volumen de residuos generados, y disminución en el uso de antimicrobianos, de la excreción de  nitrógeno y de las emisiones de gases nocivos de efecto invernadero.

Eficiencia de la producción
Todas estas acciones tienen su origen en la propia situación en que se encuentran los sistemas productivos porcinos en la actualidad, tanto en cerdo blanco como ibérico. Esta situación  se centra fundamentalmente en el aumento de la prolificidad de las cerdas reproductoras que se traduce en un incremento muy importante de la productividad y rentabilidad de las granjas  porcinas. Sin embargo, el aumento de la prolificidad conlleva neludiblemente unas mayores necesidades nutricionales de las cerdas durante la gestación y lactación, para cubrir los  requerimientos relacionados con el desarrollo de un mayor número de fetos y la producción láctea para un mayor número de lechones.

Esta problemática suele tener como consecuencia durante la gestación, la aparición de alteraciones en la transferencia placentaria de nutrientes y procesos de retraso del crecimiento  fetal, que conllevan un aumento del porcentaje de lechones de bajo peso al nacimiento (BPN) y una mayor heterogeneidad intracamada. Los lechones con BPN se ven afectados por una  mayor morbilidad y mortalidad perinatal y posdestete. La supervivencia y el desarrollo posterior de los lechones se perfilan como importantes puntos críticos en producción porcina; los  lechones con BPN suelen morir pocas horas después del nacimiento y aquellos lechones que sobreviven ven comprometido su desarrollo posnatal, pudiendo morir durante el periodo de  lactación o, posteriormente, en el posdestete y transición.

La causa de la mayor morbilidad y mortalidad de los lechones, en todas las granjas y condiciones de producción, se relaciona con alteraciones en su vitalidad y capacidad de  amamantamiento (dificultando, con ello, su encalostramiento y adquisición de energía e inmunoglobulinas en las primeras horas del nacimiento) y en el funcionamiento de diferentes  órganos y sistemas (inmunitario, digestivo, respiratorio). Todo ello les hace más susceptibles a diferentes agentes infecciosos que provocan enfermedad y muerte o, en aquellos lechones  que sobreviven, a alteraciones en el desarrollo (menor peso corporal, menores ganancias de peso diarias y canales con menor masa y calidad muscular y mayor adiposidad), que hacen
necesaria una mayor inversión en alimentación, espacio y manejo; además, ven penalizados el valor de su canal. Todo ello repercute negativamente en su rentabilidad.

La alta morbilidad y mortalidad en el periodo peri y posnatal se relacionan con la baja efectividad del sistema inmunitario, concurrente con la exposición a patógenos en estos periodos, lo  que ha motivado la incorporación de antibióticos en los piensos utilizados en el destete y la transición, pero también con una deficiencia en la capacidad antioxidante y, por consiguiente,  un mayor estrés oxidativo, lo que justifica la utilización de óxido de zinc. En entornos sin antibióticos ni óxido de zinc, la susceptibilidad/resistencia de los lechones a las diferentes  patologías que comprometen su desarrollo y viabilidad en las primeras fases posdestete puede mejorarse de forma directa, mediante actuaciones sobre la alimentación del lechón, o
de forma indirecta, actuando durante las fases previas (lactación e incluso gestación) a través de la alimentación de la madre. La alimentación constituye uno de los puntos críticos en  ganadería porcina, tanto por sus costes directos (alrededor de un 65 % de los costes de producción), como por sus efectos sobre el crecimiento y desarrollo del animal, la calidad de los  productos y la eficiencia del proceso productivo en general. Por ello, su gestión debe orientarse a optimizar los costes productivos y mejorar la cantidad, la composición y la salubridad del  producto final (canales y carne). Esta salubridad del producto (en cuanto a seguridad alimentaria y en cuanto a beneficios derivados de su consumo) es un punto crucial para la industria porcina. Tradicionalmente, en aspectos relacionados con la no exposición a zoonosis; actualmente y a corto plazo, en la comercialización de productos sin residuos farmacológicos  (antibióticos principalmente) y/o con características nutricionales más adecuadas (concretamente un menor aporte de ácidos grasos saturados y un mayor aporte de mono y  poliinsaturados).

Este artículo aparece en el número 194 (enero/febrero de 2023) de Suis.

Font: Portal Veterinaria