Esta presentación analizará el aspecto de las emisiones de gases de efecto invernadero, para analizar posteriormente algunas medidas que se pueden poner en marcha en el área de la alimentación para mitigar esas emisiones: digestibilidad de la dieta, la utilización de aditivos alimenticios y el manejo de materias primas y subproductos.
Imagen

Existen diferentes tipos de emisiones de gases de efecto invernadero en ganadería. Las emisiones directas son fundamentalmente el metano, como consecuencia de la fermentación entérica, y el óxido nitroso, por la fertilización o las heces que se diseminan durante el pastoreo. Existen otras emisiones que son indirectas, que están más relacionadas con la producción de alimentos, que implican emisiones de óxido nitroso y CO2. También se debe tener en cuenta la posibilidad de capturar carbono por parte de la ganadería, lo que supondría restar impacto. Sin embargo, es bastante complicado cuantificar esa captura, por lo que normalmente no entra en las ecuaciones que se utilizan.

En el caso de España, las emisiones de gases de efecto invernadero tienen unos documentos que cuantifican estas emisiones y que se han desarrollado para cada una de las especies ganaderas. Se hace una contabilidad bastante detallada de las emisiones. Ahora se están actualizando, ya que han pasado cinco años desde su publicación. Son documentos muy complejos, sobre todo en el caso del ovino y el caprino, porque tienen en cuenta la gran diversidad y riqueza de razas y de sistemas que existe en España. Por lo tanto, no se disgregan únicamente las razas, sino todas las categorías productivas.

Respecto a las emisiones relacionadas con la alimentación, la fundamental es el metano entérico, que es el que el que se produce como consecuencia de la fermentación en el rumen de los rumiantes. En el rumen de los ovinos hay una diversa mezcla de microorganismos que permite al rumiante alimentarse a base de material vegetal y poder hacer uso de los nutrientes. Se generan una serie de productos, como son los ácidos grasos volátiles y la proteína microbiana, que son los que alimentan fundamentalmente al rumiante. Pero esa fermentación también tiene otras consecuencias y uno de los productos que se genera es el metano. Cuando hablamos de alimentación en rumiantes, debemos tener en cuenta que realmente a quien estamos alimentando es a los microorganismos del rumen del animal.

Un trabajo publicado por Risner recientemente compara la huella de carbono de la carne de ternera con la de la carne de laboratorio. Cuando se habla de carne de cultivo, en realidad ese cultivo ya lo ha desarrollado la naturaleza durante millones de años para ser eficiente. Este trabajo ha demostrado, aunque con un margen alto porque hay mucha variación entre los sistemas productivos, que la carne de vacuno tiene en general una huella de carbono menor que la que se produce en el laboratorio, fundamentalmente porque tiene una gran demanda de energía para poder generar los medios y los nutrientes que se necesitan para cultivar esa carne.

Digestibilidad de la dieta

Existe una relación directa entre la digestibilidad de la dieta y la producción de metano. Se ha estudiado que, cuando aumenta el valor de digestibilidad de la dieta, el porcentaje de energía que se pierde en forma de metano es menor. En general, los concentrados tienen una digestibilidad alta, por lo que se emitirá poco metano. En un rango medio están los forrajes. Si se saben gestionar bien y mejorar su digestibilidad, se puede reducir la producción de metano. Si el ganadero es productor de su propio forraje o tiene algún tipo de convenio con los que le están suministrando el forraje, debe afinar en el momento del corte del forraje, ya sea para henificado o para ensilado. Si dejamos que el forraje madure demasiado, se va a producir un incremento muy alto de la fibra y, por lo tanto, una bajada de la digestibilidad de ese forraje en la dieta.

De hecho, en los inventarios españoles en los que se reflejan las emisiones de la ganadería, la calidad del forraje que se utiliza se está considerando también como uno de los parámetros a la hora de sacar los valores de producción de metano. Para el heno de alfalfa, que es uno de los forrajes más utilizados en España, existe un rango de calidades, que varía dependiendo del contenido de proteína y de fibra neutro detergente. Un heno de peor calidad que tenga una digestibilidad alrededor del 50% perderá el 7% de la energía bruta en forma de metano. Si la digestibilidad del forraje es mucho más alta, la pérdida de metano será menor.

Aditivos alimenticios

Cuando se degradan carbohidratos por parte de los microorganismos del rumen, se generan ácidos grasos volátiles, que son la principal fuente de energía para el rumiante, pero también se genera hidrógeno que tiene que desaparecer del medio para que la fermentación de los carbohidratos siga manteniéndose de manera óptima. Unos microorganismos llamados arqueas metanogénicas saturan CO2 con hidrógeno y producen metano. Los animales obtienen energía a través de este proceso, que es el metabolismo ruminal.

Para lograr una reducción en la producción de metano, se puede básicamente disminuir la producción de hidrógeno, es decir, modificar la fermentación ruminal. Existen diferentes vías, pero la más conocida es el empleo de lípidos de grasas vegetales, generalmente la que tienen un contenido de insaturación alto, porque afectan a parte de la población microbiana que genera más hidrógeno y que se utiliza no sólo para reducir la producción de hidrógeno, sino fundamentalmente como fuente energética.

Otra alternativa es el sumidero alternativo de hidrógeno. Si se mantiene una producción de hidrógeno normal en el rumen, se puede capturar en esa parte de sumidero y generar productos que puedan ser de utilidad para animal, como puede ser el caso del propionato.

Otra opción que se están desarrollando son los inhibidores de las arqueas metanogénicas, que inhiben específicamente a esos microorganismos.

A la hora de considerar los aditivos alimenticios en relación a la producción de metano, se debe tener en cuenta que el registro de aditivos en alimentación humana y alimentación animal está supervisado por la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), que evalúa todas las solicitudes de registro de aditivos. En este caso, la categoría que está relacionada con el uso de aditivos que pueden reducir la producción de metano es la de aditivos zootécnicos. Existen otras categorías como la de aditivos sensoriales, sobre todo los que tienen un efecto beneficioso sobre la palatabilidad de los alimentos, ya que tienen aceites esenciales que también pueden tener un efecto positivo sobre la fermentación ruminal o sobre la digestión de animales.

Hasta la fecha, únicamente hay desarrollado un aditivo que esté registrado como aditivo zootécnico para reducir la producción de metano en rumiantes. Se trata del nytrooxipropanol desarrollado por DSM, que tiene una probada reducción en la producción de metano y ya se está empezando a emplear por distintas cooperativas o empresas ganaderas. Es un aditivo que inhibe directamente una de las arqueas metanogénicas, reduce la producción de metano y no tiene ningún efecto negativo sobre la fermentación ruminal.

También se están utilizando unas algas pardas, que tienen un compuesto activo que también inhiben de forma importante la producción de metano y se están empleando en la actualidad en Estados Unidos y Australia, pero no están registradas como aditivos zootécnicos en Europa. Se pueden usar como un ingrediente más de la dieta, ya que es un material vegetal, pero sin tener asociado un reclamo de reducción de emisiones, porque no ha sido probado y no ha pasado por el proceso de aceptación.

Empleo de materias primas

El 39% de las emisiones de la ganadería se asocia a la fermentación, el 10% a la gestión del estiércol y el restante engloba una cantidad importante de actividades que están relacionadas con la producción de alimentos, tanto el cambio de uso de la tierra, el uso de fertilizantes químicos, el procesado de esos alimentos, el transporte… Es un aspecto en el que se puede incidir para tratar de reducir la huella de carbono.

En un trabajo desarrollado en Andalucía para calcular la huella de carbono en la leche de cabra de producción intensiva, se puso observar que el 50% de las emisiones estaban asociadas a la producción de concentrado y de forraje, ya que cada alimento tiene una huella de carbono, según los diferentes procesos de generación del producto, por lo que tiene una contribución muy importante a la huella de carbono del producto que se genera finalmente. Por ejemplo, la soja tiene un componente importante de la deforestación y el transporte, mientras que la cebada o el ensilado de maíz están más asociados a la fertilización nitrogenada, que genera una cantidad importante de óxido nitroso.

Por su parte, los subproductos de la industria agroalimentaria tienen una huella de carbono muy baja y se puede aminorar esa huella utilizando los ingredientes adecuados. Se tiene información cada vez más valiosa de esos subproductos desde el punto de vista nutricional, pero se están implementado otro tipo de información, que es la huella de carbono asociada, y que se impondrá en el futuro si empieza a haber una demanda del consumidor. Podemos considerar que es un aspecto que también se tendrá en cuenta a la hora de diseñar las raciones.

Se han realizado muchas experiencias en ese sentido. Por ejemplo, se han utilizado desechos de tomate y pepino de la industria de invernadero para generar un ensilado a base de paja para su utilización en ovinio de raza Segureña y en caprino. Se ha observado que, utilizando este tipo de ensilados, se puede reducir entre un 10% y un 15% la huella de carbono, fundamentalmente porque se reduce el uso de un forraje convencional como el heno de avena, que tiene asociadas unas emisiones como consecuencia de la fertilización.

Por lo tanto, reducir el uso de insumos externos mediante el uso de subproductos locales es también una vía importante en las estrategias de alimentación para reducir las emisiones.

Conclusiones

  • Existen muchas fuentes sobre las emisiones que son muy diversas.
  • Es importante saber cómo se calculan, ya que en ocasiones hay algunos cambios que se generan básicamente por el método de cálculo.
  • Existen varias posibilidades para tratar de reducir esas emisiones: mejorar la calidad digestiva de la dieta, el uso de aditivos y utilizar ingredientes en la ración que tengan menos huella de carbono.

Font: Interempresas